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Los enamorados, Alfred Hayes (Trad. Martín Schifino, La bestia equilátera, 2010)



Si hay algo que sabe la gente de La Bestia Equilátera es hacer unas contratapas que al leerlas no quedan dudas: tenes que leer ese libro sí o sí. Para Los enamorados eligen frases como “una obra de arte”, “un libro único” que “despertó la admiración del público”. Pero para mí la seducción llegó por el lado de la solapa (la gente de LBE también sabe de esto) donde se menciona algo del periplo de vida del autor, y así nos enteramos que nació en Inglaterra pero se crió en Estados Unidos, durante la Segunda Guerra fue soldado en Italia, donde se quedó a vivir y colaboró como guionista con Rossellini y De Sica. Por este último dato, compré y me zambullí en la lectura.

La cosa es más o menos así: En un bar de hotel a las tres de la tarde un hombre de casi cuarenta años comienza a contar su historia a una chica que acaba de conocer, una historia de amor donde sus protagonistas no tienen nombre. Sólo los otros, satélites de ese vínculo, son nombrados. La historia se hilvana a partir de lo cotidiano, los detalles, los espacios habitados por ese par y el recuerdo de fragmentos de diálogos y situaciones. El relato muestra como muta la intimidad, los deseos, los cuerpos, los días y las noches para esos enamorados.

La novela funciona como pretexto para poner en escena todo aquello que el autor piensa sobre el amor, la tristeza y ese momento de elección entre un living ordenado o el dormitorio desordenado, el regador en el césped o la cita de hotel en plena tarde de rutina. De escritura intensa, alejada de la impronta de agüita mineral que imponen estos tiempos a lo amoroso, las primeras páginas son absolutamente hipnóticas, definitivamente es de esos libros para leer lápiz en mano, plagado de frases enunciadas por alguien que no está desilusionado sino sólo lo contrario a ilusionado. Hace mucho tiempo no mamarracheaba tanto un libro, y en apenas 10 meses ya llevo 3 lecturas.

Gracias a la gran traducción de Martín Schifino leemos chica en vez de joven, y pollera en vez de falda, suponemos que sin suscitar mayor quilombo como dicen se le supo armar a Aira.

Ideal para leer en tarde de encuche, o para la vuelta a casa de madrugada mientras nos preguntamos porque ese chico que nos miró todo el rato, no se animó a contarnos ninguna historia. Para leer escuchando este tema, o absolutamente casi cualquier tema de Gabo